Así empezó a crecer Entre Tonos Pastel…

MUCHOS LE LLAMAN SUERTE, YO LE LLAMO RECOMPENSA

Tal y como os comentaba en el anterior post, aquí me tenéis de nuevo para hablaros acerca de cómo empezó todo a crecer…

Nadie dijo que los comienzos fueran fáciles. Y desde luego nadie me dijo lo que iba a suponer todo lo que estaba por emprender. La verdad es que empecé con bastante desconocimiento de todo, a nivel empresarial, del sector y sin pensar en el futuro. ‘Los autónomos se mueren de hambre’ tuve que escuchar de alguna que otra persona cercana.


Foto: MxM Photo


Foto: Piña Colada

Tengo que reconocer que al principio no encontré muchos apoyos firmes. Y lo puedo llegar a entender…al final tu familia y amigos quieren lo mejor para ti y al principio vivían en la incertidumbre de si lo que iba a hacer iba a tener pies y cabeza algún día o no. Ni siquiera yo lo sabía… ¿cómo lo iba a saber? Pero desde un inicio confié mucho en mí misma y en el proyecto que tenía entre manos. Sabía que si no lo intentaba, nunca lo iba a saber y tengo que deciros que la frase de ‘Arriesga y gana’ es una de mis favoritas.

Estuve durante un año casi dando forma al proyecto. A la vez me fue saliendo ya alguna que otra boda y eso me daba todavía más fuerzas. La web, la estrategia, las redes sociales… ¡el nombre! Pensar en qué nombre iba a ponerle a la empresa fue uno de los dolores de cabeza más grandes. Pero esto me lo reservo para otra entrada del blog en otra ocasión.

El primer año después de sacar a la luz Entre tonos pastel, fue uno de los más duros, frenéticos e ilusionantes que recuerdo. La energía, ganas y motivación que tenía, fueron el motor para poder abatir las caídas, la impotencia por el desconocimiento de las cosas y el sentirme sola, muy sola. Me pasaba horas y horas delante del ordenador intentando sacar algo que ni yo misma sabía por dónde. Nadie de mi entorno comprendía del todo ni mis logros ni mis días de penurias (que no fueron pocos…).

Con el paso de lo meses empecé a acostumbrarme a un ritmo intenso, muy intenso. Y cuando digo eso me refiero a que dejé de tener sábados, domingos, festivos, vacaciones y a trabajar hasta largas horas de la noche. Empecé a sentir el síndrome del autónomo: nunca es suficiente, no puedo perder ni un minuto, si no lo hago yo no lo hace nadie, si paro me siento mal ya que podría estar aprovechando el tiempo para seguir avanzando en el proyecto… Supongo que los que nunca habéis montado algo por vuestra cuenta no entenderéis todos estos pensamientos, pero seguro que los que sois emprendedores o lo habéis sido alguna vez, entenderéis a la perfección cada uno de ellos.


Foto: Keisy and Rocky


Foto: Keisy and Rocky

Con el tiempo me empecé a sentir saturada. Y en realidad… ¡Bendita saturación! Pero al final como dice mi madre siempre ‘Claudia, no puedes morir de éxito’ ¡Es verdad, no quiero morir tan joven, quiero vivir muchos años y ser abueli de muchos nietecitos! Pero es así, empecé a sentirme en un estado de no poder abarcarlo todo pero a la vez tampoco de poder pagar a nadie para que me ayudara. Esta etapa es bastante horrorosa para un autónomo. Ver que la cosa funciona, pero que todavía no lo suficiente como para dar el salto y empezar a tener equipo. Al final, son muchos gastos a final de mes y tienes que estar seguro de que vas a poder pagar a alguien.

En aquel momento encontré mucho apoyo en la pareja que tenía entonces. Pero las parejas te ayudan hasta cierto punto y tampoco quería convertirlo en mi principal apoyo. Hasta vino a ayudarme a las dos primeras bodas. Pero sabía que poco a poco todo se iría ordenando y que las cosas irían llegando.

Un día en una fiesta de una de mis mejores amigas, un chico que no conocía me escuchó hablando de mi proyecto y al despedirse de todos, se acercó a mí, me dio una tarjeta y me dijo: ‘Ven a verme, ayudo a emprendedores con sus proyectos La verdad es que yo nunca había ido a Barcelona Activa ni a ninguna plataforma de empresa en las que te ayudan a encauzar tu proyecto. Desde el principio fui corriendo detrás del proyecto gracias a las bodas que me iban saliendo cuando todavía no había casi proyecto (cosa que agradezco muchísimo) y nunca tuve el tiempo suficiente como para dedicarme tantas horas al proyecto como me hubiese gustado. Así que en ese momento… ¡vi la luz! Me vino de perlas que alguien apareciera en mi vida para ordenar todo aquello que yo tenía ordenado a mi manera.


Foto: Lirola y Cussó


Foto: Anaís Gandiaga

Poco después, apareció Bàrbara en mi vida. Una chica que había estudiado en el mismo colegio que yo toda la vida pero con la que apenas habíamos hablado. Habíamos coincidido un par de veces cuando las dos estábamos trabajando ya en el mundo de los eventos y un día me escribió para venir a verme porque le gustaba el proyecto que había montado y quería saber cómo había empezado. Lo que iba a ser una reunión sin más, acabó convirtiéndose en una reunión de 4 horas y después de eso, le propuse si quería ayudarme los días de las bodas. Fue un gran apoyo desde el principio y fue la primera persona en la que confié a la hora introducir a alguien en la empresa. A día de hoy a parte de Bàrbara están Helena, Bea y Eva.

Y así fue cómo me embarqué en toda esta aventura y cómo poco a poco pude ir contando con un equipo más grande del que a día de hoy me siento súper orgullosa.

Actualmente, el ritmo frenético no ha disminuido, más bien todo lo contrario. Pero cada vez más motivada, con más ganas y más ilusión.  Y sí, a pesar de estar feliz con todo ello, he pasado por crisis varias en todo el proceso hasta ahora. Desde estrés por sentir que no puedo con todo, de impotencia por querer llegar a más, de agotamiento mental por implicarme tanto en el proyecto y no saber delegar lo suficiente en los inicios, de agotamiento físico por no tener ni un solo día de descanso en meses, de preocupaciones por no saber que va a pasar el próximo año… y un suma y sigue de pensamientos y sensaciones que año tras año vas aprendiendo a sobrellevar y a convertirlos en cosas positivas.

He escuchado a veces a gente decirme: ‘Qué suerte has tenido’. Yo soy de las que cree que la suerte solo está para cosas como la lotería, para el resto de cosas la suerte no existe. Una vez escuché una frase que me encantó: ‘La suerte la encontré trabajando’  Y es así. Creo que en toda mi carrera he tenido mucha ‘suerte’ pero porque no he parado, y además literal. He buscado esa ‘suerte’ día y noche y a eso no lo llamo yo tener suerte en realidad, sino la recompensa por luchar horas y horas durante más de cuatro años.

Aun así, considero que aún queda muchísimo camino por recorrer. Que esto solo ha hecho que empezar y que lo realmente bueno está por llegar, así que ¡A POR TODAS! ????

Claudia

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